miércoles, 29 de octubre de 2014

Las cosas se vuelven normales

Después del desaliento sufrido en mis primeras salidas al muelle, poco a poco, dejo de notar la hostilidad del principio

Esta entrada no la hago por las capturas, que las he tenido buenas, si no más bien por las sensaciones. Desde la primera vez que puse los pies en el muelle, ya han pasado varias jornadas. Poco a poco, me he ido sintiendo más integrado, no de manera activa, ya que soy muy tímido por naturaleza y me cuesta coger confianza, pero al menos siento que ya no me ven como un bicho raro.

Hoy como de costumbre hacía una noche estupenda, raro para la época en la que nos encontramos, aunque llevamos así todo el mes de Octubre. Baje y me puse a la faena. Estaban los habituales del lugar y yo. Ya me he agenciado el lateral, a mi no me molesta ponerme allí y ellos lo aprueban. El ambiente esta vez no era hostil, todo lo contrario, era distendido. Las anécdotas, cachondeos, cotilleos y demases eran el hilo musical de hoy. Yo en ningún momento fui parte activa, tampoco quería pecar de extrovertido, pero se me pasó el tiempo volando disfrutando de la escucha.

La verdad es que es una verdadera gozada disfrutar de momentos así. Así debería de ser siempre, sin rivalidades ni hostilidades, esto es la esencia de la pesca. Para redondear la noche obtuve un par de capturas de calamares de buen porte, que más se puede pedir?. Espero que a partir de ahora esta sea la tónica.


Un Saludo y Buena Pesca!

viernes, 3 de octubre de 2014

Vuelta a dar guerra con la mejor compañía del mundo

Se presentaba una tarde-noche muy agradable, así que aproveche, y llevé a mi piratilla conmigo

Hoy teníamos todo a nuestro favor. La hora de la marea, la ausencia de viento y la temperatura eran propicias. Ya hacía días que el pequeñajo me venía insistiendo en que quería compartir horas de pesca conmigo. A mi ganas de llevarlo no me faltaban. Así que preparamos la merienda, cogimos nuestras cosas y bajamos al muelle.

Llegamos al lugar y esperaba encontrarme con un recibimiento hostil como anteriormente. Salude como es de recibo y presumía la callada otra vez por respuesta. Esta vez no fue así. No se si la coraza de los recios corazones de esta gente se vio ablandado por la ilusión de un crío de 6 años, pero esta vez si, esta vez alguno de ellos se percataron de nuestra presencia y devolvió el correspondiente saludo. Hubo alguna mujer que hasta entró al trapo e interactúo con el peque animándolo y jaleándolo para que tuviese buena pesca.

Nos pusimos al tema. Nos ubicamos en el lateral, esta vez no por hostilidad, sino más bien, para no entorpecer a nadie. Puse al peque sentado en la silla, yo le lanzaba y él recogía. Le fui explicando más o menos como debería de hacer, y él con toda su buena fe, intentaba seguir los consejos de su padre.


El tiempo fue pasando y comenzó a aburrirse, momento que aproveché para darle la merienda y que se entretuviese un poco deleitándose con unas ricas galletas de chocolate... "Papi! recoges una tu y una yo..", así lo hicimos. En uno de los lances, Zas! noto una picada. Procedí rápidamente a pasarle la caña.. "Recoge, recoge, que creo que hay algo!". El comienza a recoger y también lo nota. Con la emoción traía la lura como un fórmula uno acuático. Le indico que recoja seguido, pero más despacio. El asiente y procede.

En el momento que el cefalópodo asoma la cabeza por la línea de flotación y empieza a escupir agua al viento, el peque se viene arriba... "Mira! mira!! un pezzz!!!". Poco a poco lo arrima a la pared del muelle y me encargo de subirlo y posarlo en nuestro cubo. Se pasó diez minutos observándolo en tierra, asustándose cuando el animal intentaba escupir, pero maravillado por su color y movimientos. La verdad, es que lo comprendo, son unos animales preciosos. Su curiosidad por el ejemplar se iba extinguiendo a la par que la vida del calamar hacía lo propio.

Proseguimos con nuestro maratón de relevos de lances. En uno de estos me comenta "Papi! tengo peso en la caña!". Observo el puntero doblado y le aconsejo que vaya recogiendo como anteriormente. Finalmente logramos sacar otro bonito ejemplar. Cuando la emoción de la captura se diluyo, su paciencia se agoto, no suele tener mucha para este tipo de eventos, así que recogimos todo y volvimos a casa.

Fue una noche estupenda, agradable y con la mejor compañía del mundo. Al llegar a casa hicimos la foto de rigor con las capturas y esperamos repetir la experiencia próximamente.


Un Saludo y Buena Pesca!