Primera salida a spinning en la zona vacacional inmejorable.
El año pasado mi compi Ángel acabó un poco hastiado del surfcasting. Entre el engorro y sacrificio que supone la recolección de cebo, más el tener que andar pendiente de que no te llamen la atención por ejercer el derecho inherente al pago de tu licencia, que en esta zona son especiales, y solamente nos dejan entre 20.000 playas estupendas, un triste lameiro para coger cuatro miñocas, pues en definitiva, acabó harto. Tampoco la acción de pesca le motivaba. Es una persona dinámica, necesita acción, no tiene el aplomo y paciencia de esperar 1 o 2 horas a tener alguna picada, y que aun encima ,probablemente sea un ejemplar mini talla que tengas que devolver al mar. Yo lo comprendo, pero con los años me voy decantando más por el estilo relax, que por el de acción. Etapas de la vida.
El caso es que al final de temporada probó el Spinning y le encanto. Ese rollo de moverte por las piedras, lanza aquí, lanza allá, pegarse madrugones de aupa para estar en el pedrero en las mejores horas, y la pelea que presentan las lubinas en esta modalidad, va muy con su carácter y espíritu. Yo ya sabía que este año poco lo veríamos con las cañas fijas en la arena.
De hecho antes de la temporada se hizo con un buen material para esta modalidad. Equipo contrastado, de marca, fiable, nada de chinadas ni inventos raros. Se le veía súper motivado. Yo por el contrario, preferí tirarme al low cost para probar a fondo esta disciplina sin arriesgar demasiado, la economía no esta para tirar cohetes. La caña que tengo para estos menesteres se defendió bien, pero en cuestión de señuelos, si se noto la diferencia.
Pues nada, acordamos hora para levantarnos el domingo. Me dijo a las 6. Yo en principio pensé que estaba de coña y le seguí el rollo... pero menuda sorpresa... estaba en serio y me tuve que comer el madrugón. A mí madrugar me gusta tanto como que a un gato le duchen, pero me apetecía sobremanera acompañarlo, y disfrutar de esta modalidad en estas aguas en su compañía. Al día siguiente, suena el despertador a la hora acordada. Somnoliento desayuno y me reúno con el. Ponemos dirección al pedrero.
El más o menos conocía alguna zona cadenciosa por su experiencia final del año pasado. Ya tenía identificados un par de spots buenos para la captura de lobas. Allí nos dirigimos. En la primera puesta y al primer lance pone en seco una hermosa lubina. Yo lo miro flipando. Seguimos pescando. Al poco rato arranca otra hermosa loba de la seguridad del mar. Yo lo sigo mirando, flipando. Después de esta segunda captura insiste para que yo ocupe su lugar, que quiere verme de estreno. Yo remoloneo un poco, no quiero joderle su racha, pero el sigue insistiendo hasta que lo consigue. Hago un par de lances y Zas!! picada y lucha, bonita dado lo complicado de la zona. La pongo en seco a la par que Ángel se aproxima a mi puesta. Me auxilia con el desanzuelado y me premia con palabras alentadoras y una palmadita en la espalda.
Yo me quedo donde el me dijo, como hijo que toma al pie de la letra las palabras que le aconseja su padre. Sigo lanzando ilusionado, y tras varios intentos fallido, consigo cazar otra loba. La pongo en la piedra y continuo mi actividad. Entre tanto Ángel se había desplazado por el pedrero haciéndose valedor de dos ejemplares más. Seguimos machacando la zona durante una hora a la par que lorenzo comenzaba a hacer acto de presencia por el horizonte. Llegado este momento, y vista la escasa actividad reciente, decidimos cambiar de puesta.
Nos trasladamos a otra zona que a Ángel le había dado alguna que otra captura el año pasado y le transmitía buenas vibraciones dado el fondo mixto allí presente. Después de varios intentos, le escucho gritar cargado de emoción y entusiasmo: "Esta es de las buenas, Esta es un bichazo". Yo estaba a su lado, subido a una roca, observando en posición privilegiada toda la acción. La batalla fue espléndida. El momento más delicado llegó a la hora de arrimarla a la orilla debido al poco calado y la afluencia masiva de algas de tipo latiguillo que podrían complicar mucho la operación. Finalmente logró ponerla en seco con éxito y hasta quiso dejar inmortalizado evento:
Después de este momentazo continuamos desplegando nuestras artes en busca de la escurridiza lubina. Yo tuve una picada brutal, una pelea descomunal, pero finalmente a mitad de camino, la loba se soltó y ganó la batalla. Aun así me quede con ese grato recuerdo y la mejor lucha que he tenido hasta la fecha con este tipo de contrincantes. Ángel siguió a lo suyo, arrancando un último ejemplar de las profundidades del mar para poner un broche de oro a una jornada inicial de spining inmejorable. Lorenzo subía, y la marea bajaba, indicadores claros de un fin de jornada muy fructífera. Una vez llegados a casa, hicimos el recuento y la foto oficial para la posteridad. Ojala tengamos el privilegio de repetir una mañana así de nuevo.
Un Saludo y Buena Pesca!
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