Más esperanzas e ilusión que lubinas en este puente de Mayo.
Este fin de semana pasado, gracias al festivo autonómico, pudimos disfrutar de cuatro días libres consecutivos. Las expectativas eran máximas. Las condiciones pintaban muy favorables y las ganas de reencontrarnos con las lobas eran patentes.
En cuanto la marea y el ocaso del sol se abrazaron para fundirse en uno de los mejores momentos para la pesca, Ángel, Manolo y un servidor, pusimos rumbo al pedrero. Caminata larga hasta llegar al lugar deseado. Nos apostamos y comenzamos el carrusel de lances. A los pocos minutos, mi compi, pierde un señuelo en el lance. Raro pero plausible. Al poco rato, lo mismo, otra goma que se queda a la deriva en el mar. Entre mientras observamos que la actividad era completamente nula. Bordeamos toda la costa intentado atisbar algún indicio de vida tras nuestros señuelos. Esfuerzo en vano. Tras algo más de una hora de trasiego, Ángel visiblemente ofuscado decide abandonar y se retira tras perder, nada más y nada menos, que seis vinilos. Al día siguiente descubrimos que el culpable de tal desdicha había sido una anilla rota que sesgaba silenciosamente el trenzado como un ninja atacando desde las sombras. Manolo y yo nos quedamos un rato mas, y en uno de los lances en el camino de regreso, logre capturar una lubinita con el paseante que fue devuelta al mar al instante. Sinceramente pésima jornada.
Al día siguiente decidimos probar fortuna con los cefalópodos. Ponemos el navío en el agua y una vez alcanzada la zona deseada observamos con pesadumbre que los puñeteros trasmallos siguen ahí, esquilmando el mar día si, y día también. Para mas inri, nos damos cuenta que hay muchos legales, pero que hay otros tantos ilegales, sin marcar, sin cotizar, reventando el mar impunes a nada. Que asco me da esta gente, en serio. Me encanta pescar y disfruto muchísimo de esta actividad, pero aunque tire piedras contra mi tejado, me gustaría que un día no quedase nada para que estos cerdos que se hacen llamar profesionales comiesen mierda, ganada gracias a su avaricia y depredación descontrolada. Una cosa es vivir del mar y otra es destrozarlo para conseguir cuatro euros mas. Bueno, en cuanto a lo nuestro, tras tres horas peinando todas las zonas posibles, solamente pudimos hacernos con un escaso kilo, que para nada, colmo nuestros anhelos pescantiles.
Por la tarde aprovechando que la conjunción marea-ocaso era idónea, decidimos intentarlo de nuevo. Otro fiasco estrepitoso. Tras varias horas de pateo, piedra parriba, piedra pabajo, nada de nada. Con el cuerpo cansado y la mente agotada, nos retiramos. A la mañana siguiente, a eso de las 6:30, me desperté inesperadamente. Se que no ha sido tan aleatoriamente, se que mi subconsciente es conocedor de las condiciones idóneas y que quiere que me levante de cama y ponga rumbo a la playa. No vacilo. Desayuno y me acerco a ver que se cuece. Tras unos lances iniciales con el vinilo percibo cierta actividad en superficie. Cambio a paseante y premio. Una lubineta que me colma de la satisfacción inexistente en las dos ultimas salidas. Foto protocolaria para el recuerdo y vuelta a su medio. Sigo probando fortuna y disfruto de varios intentos fallidos que me alegran y motivan. En uno de los lances una loba acierta y comienza sacar sedal del carrete. Bonita pelea tras la que logro ponerla en seco. Se trata de un ejemplar que da la talla y que me ha dejado una bonita lucha. El sol comienza a alzarse por el horizonte. La actividad decrece hasta hacerse nula completamente. Aun así, doy un buen paseo recorriendo el litoral a base de lances, todos en vano. Lorenzo deja notar su presencia ostentosamente y decido regresar. No ha estado mal, la verdad, por lo menos he tenido media hora de diversión.
Por la tarde, volvemos a la cruda realidad. Decidimos cambiar a a una zona que esta mas lejos si cabe. Mas pateada con el mismo premio. Nada de nada, tónica de este puente. Como anécdota he de relatar el ataque desmedido de una gaviota, que se ofusco en acosarme, no se a cuento de que, pero la fiera me embestía desde el aire como si no hubiese mañana, y solamente amenaznadola con mi caña, lograba que se retrayese, pero tras realizar un giro, volvía a la carga, así en varias ocasiones. Dude si tirarle una piedra a la cabeza o abandonar la zona y dejarla tranquila. Opte por salir por patas. Ella se posaba encima de una piedra mientras observaba amenazante y triunfadora mi retirada. Nada mas destacable de esta salida.
El último día del puente decidimos tentar a los chocos otra vez. Más de lo mismo, picadas esporádicas, muy espaciadas en tiempo y espacio que hacían que no calentásemos motores. Los putos trasmallos tirados en el mar como siempre, no descansan ni en domingo. Gracias a ellos, por un despiste, dos de nuestras poteras más queridas, y que nos han agraciado con muy buenas capturas, se quedaron enrocadas a la limón en el fondo del mar en uno de esos artilugios ilegales. Ojala el subnormal de turno se clave con ellas y se haga daño, mucho daño, cuando recoja sus redes infernales. Finalmente el pesaje fue decente, algo menos de tres kilos, pero no por la cantidad, si no más bien, por el tamaño de los ejemplares conseguidos.
Punto y final a un fin de semana largo que auguraba buenos momentos, pero ha sido muy decepcionante. Tras un duro invierno, y una larga espera, tenia puesta muchas esperanzas en esta época del año, y en esta zona concretamente. Lamentablemente, la realidad es la que es. La próxima semana tenia pensado comenzar con el surfcasting, pero los compañeros que este puente han tocado esta modalidad, me han comentado que la cosa esta muy mal también. Aun así tengo ganas de clavar un rato las cañas en la arena y cambiar un poco el chip. Lo que me ha gustado ha sido el optimismo de mi compi, que cree que esto va a cambiar y que no va a ser siempre así... ojala tenga razón... como se dice por aquí.. "nunca choveu que non escampara".
Un Saludo y Buena Pesca! <º))))><
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