Hacia tiempo que no dedicaba una jornada a los cefalópodos. Últimamente pasaba mis horas de pesca pululando por todo el litoral en busca de alguna lubina o algún pinto a spinning que me alegrase el día. Hoy las condiciones de marea era más que aceptables para la captura de algún calamar o choco, y para que negarlo, me apetecía estar un rato anclado en el muelle en busca de estos depredadores. También quería aprovechar y saludar a los compañeros de pesca del lugar, ávidos cazadores de estas especies, y fundirme en sus anécdotas y chascarrillos.
A la hora adecuada, puse rumbo al muelle. Cuando llegue observe que las condiciones eran muy favorables.. pero para la lubina. Un viento intenso del noroeste hacia mover con gracia el turbio mar. No me pude resistir y lo primero que saque a pasear fue una gomita en espera de algo de acción. Tras varios lances hizo acto de presencia otro compañero lubinero. Intercambiamos información y opiniones, tras lo cual, decidí dejar descansar los vinilos y ponerme en faena a lo que realmente había venido a hacer. Me comento que llevaba casi dos horas peinando la zona y solamente tuvo dos ataques de alguna lubineta que no estaba muy por la labor. Pues nada, cambie de armamento y me dirijí al muelle.
A mi llegada, los saludos protocolarios y vaciles pertinentes. Alguno se intereso por mi ausencia últimamente y le comente que estaba mas centrado en el spinnig. Me dijo que era lo mejor que podía hacer, por que los cefalópodos estaban completamente desaparecidos. Pues nada, monto la caña y me pongo al lió. El mar estaba precioso, revuelto, movido. El aire rozaba el limite de lo permisible para este tipo de pesca, y en ocasiones, alguna racha endemoniada hacia tedioso el lance. Me puse en faena dispuesto a disfrutar de un par de horas de esta modalidad. Según avanzaba el tiempo, y el sol se iba a dormir, la presencia de nuestros amigos depredadores gelatinosos era nula. Yo tuve fortuna. En una de las recogidas, un chipirón crecidito, decidió abrazarse a mi señuelo. Fue una nube de verano. No hubo nada mas.
Según iba avanzando la noche el pesimismo, ya de por si instaurado en estos bravos pescadores, se hacia demoledor. Todo el mundo se afanaba en intentar que algo vivo hiciera caso a su engaño, pero sin resultados. El desanimo y la desolación caían como una losa encima de nuestras cabezas. Por unos instantes me vino a la mente los tiempos en los que bajaba con toda la ilusión del mundo, impregnado por el ansia de capturar algún ejemplar y motivado a tope. En el muelle, de aquella, se respiraba ese ambiente en todos los allí presentes. Esas jornadas en las que siempre tenias algo de acción, y esa ilusión, te mantenía entretenido y atento durante horas. Esos momentos que les llamábamos "los diez minutos de gloria" en los que todos pescábamos algo y teníamos un rato intenso de diversión. Recordé como había que "madrugar" para coger sitio para poder posicionarte en un buen lugar para pescar. Hoy en día casi no queda nadie, esta prácticamente vació. Quedamos cuatro pelagatos que se acercan por su amor incondicional e irracional a este hobby. Que tristeza.
Poco a poco, los escasos pescadores, van desfilando. Decaídos, resignados una noche mas. Gente que en otrora alargaban sus jornadas a cuatro, seis, ocho horas...en apenas un rato se daban cuenta de la cruel y cruda realidad, y decidían poner fin a este duro sufrimiento. La verdad es que por desgracia era lo mas coherente.. retirase. La sensación era la de estar pescando en un pozo negro, en una piscina, en una cloaca. No había vida en el agua. Sinceramente me impacto observar la pronta retirada de estos expertos en la materia. Personas con las que he compartido horas y horas de pesca, momentos divertidos, ilusionantes, grandes capturas, se marchaban silenciosamente con el pesimismo inyectado en sus miradas. Uno de los veteranos me comento "ya el año pasado fue malisimo, lo de este no va a tener nombre".
Yo me quede un ratito mas. La noche estaba agradable, cálida. Mientras quemaba un electrodo, di un paseo por la zona observando el mar. Solamente el algarabío de los indestructibles mujeles daban algo de viveza a estas aguas agonizantes. Tenia la esperanza de que con la llegada del sol, el buen tiempo y la subida de temperaturas, esto mejorase. Para nada. Ni lubinas, ni chocos, ni calamares, ni rinchas... desolación, solamente desolación. El mar esta triste, muy triste.
Un Saludo y Buena Pesca! <º))))><
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