domingo, 28 de mayo de 2017

Estrenazo del Chuliño con Chocos

Primera jornada estrenado el chuliño en la ría vacacional con unos resultados sorprendentes


Después del primer fin de semana que llegamos para colocar todo, este era el primero de disfrute. Sábado por la tarde, el chuliño preparado, listo para echarse al mar. No lo dudo, me llevo a mi segundo de abordo, mi piratilla.

Nos dirigimos al agua, la ponemos en remojo y a navegar. Despliego las cañas. La intención hoy es darle un uso productivo usando el chuliño para capturar algún choco. Navegamos. Mi peque se aburre con la pesca, algo habitual en él, solamente se entretiene gobernando la nave, pero por desgracia, en este tipo de pesca se está la mayor parte del tiempo a la deriva y sin motor. Logro poner a bordo 4 chocos con incredulidad. Como era previsible, o no tanto, tengo que arrimarme a la orilla y desembarcarlo. Una pena que no sepa disfrutar de la pesca como yo, que le vamos a hacer.

Al fondo veo a mi compi, Ángel. Está enfrascado jugando una partida de petanca. Le insisto para que me acompañe. Rápidamente busca un sustituto entre los observadores de tan digno deporte y se encamina presto a subir a bordo. Sus impresiones son estupendas. Le encanta el invento. Se deshace en elogios sobre el artilugio mientras navegamos hacia una zona que creemos querenciosa de los anhelados cefalópodos.

Comenzamos la acción de pesca. Nos quedamos perplejos al descubrir que el invento funciona. Uno tras otro no paran de subir chocos abordo. Picada tras picada. Nosotros alucinado. El sol empieza a jugar al escondite con el horizonte, pero nosotros seguimos dándole duro. Según se va yendo la luz, las picadas son más constantes. Llegado el momento no hacía falta ni lanzar, los veíamos atacar como locos a los señuelos justo debajo de la embarcación. Fueron dos horas gloriosas. 



Ya casi a oscuras, y con el caldero a rebosar, ponemos rumbo a tierra. Los comentarios de satisfacción son constantes. La impresión de que este trozo de goma y metal nos va a deparar grandes momentos este verano, es patente. Una vez llegamos a casa, el pitorreo y chascarrillo, de nuestras respectivas es elocuente. El semblante les cambió radicalmente cuando les mostramos la hazaña conseguida. 4 kilos y medio de chocos. El chuliño ha venido, para quedarse.


Un Saludo y Buena Pesca!

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