domingo, 3 de junio de 2018

Inicio surfcasting 2018 deprimente

Primera tentativa del año que defraudo sobremanera, menos mal que las lubinetas me alegraron el finde.


Este fin de semana lo tenia tachado en el calendario para comenzar con el Surfcasting. Sinceramente sabia de antemano que seria una jornada pobre ya que el estado de la marea, viento y ocaso no auguraban buenos resultados. Aun así tenia mucha ilusión por clavar las cañas en la arena y estrenarme con el primer ejemplar, aunque fuese una mini talla para su suelta posterior. El sábado por la mañana fui a recolectar cebo con bastante ilusión y alegría. Me acompaño mi padre, el cual venia con el mismo propósito que yo. Al final lo de siempre, tuve que coger cebo para mi y para el, ya que aunque le pone empeño y esfuerzo, no le da xeito a esto de coger miñoca. Yo trato de explicarle la técnica, pero es tan cabezón que no quiere aprender.

A todo esto, esa misma mañana Ángel y un servidor madrugamos para dar una vuelta a spinning. 6:30 de la mañana, casi me da un patatús, y más, contando que me quede dormido sobre las 3:30. La jornada para mi compi no estuvo nada mal, cogió su primera lubina kilera del verano y dos mas pequeñajas que fueron liberadas ipso facto. Yo, después de machacar el litoral con el patchinko y no obtener resultado alguno, estuve probando varios paseantes, y la imitación de Aliexpress del Asturie, me agracio con una lubinita que fue devuelta al mar.

Cambio de tercio al surfcasting. En el ocaso puse rumbo a la playa. La noche estaba desagradable. Un viento de sur bastante frió, mas propio del final del invierno, que de las postrimerias de la primavera, nos castigaba. Para mejorar la situación, a los pocos minutos de montar el tinglado, una poalla machacona hacia acto de presencia, empapándonos lenta, pero inexorablemente. No se estaba a gusto, la verdad, pero la ilusión de conseguir mi primera pieza del año, me tenia anclado en la arena. Según se asomaba la noche, Rafa y José se iban cobrando las primeras piezas. Alguna lubina que rozaba la talla, y unas cuantas mojarras muy decentes, eran puestas a bailar en seco. Mis cañas impertérritas, como si con ellas no fuese la fiesta. Ni una sola picada, ni un atisbo de vida que quisiera devorar el suculento manjar que les había brindado al final del sedal. Mis compañeros seguían a lo suyo, arrancando del fondo de las profundidades algún ejemplar de vez en cuando, eso les motivaba a seguir en faena. Un servidor, tras mas de una hora, y revisar el estado del cebo en varias ocasiones, seguía marcándose un bonito bolo. Este año quería probar otro tipo de montajes aprendidos vía Internet que por el sur suelen funcionar bien, pero visto lo visto, aquí el pescado prefiere lo clásico. Ademas la presencia de algas a ras de fondo, hacia mermar considerablemente el potencial de este sistema. Tras dos horas, y con el frió y la humedad comenzando a castigar duramente, decidí poner fin a esta pésima jornada inicial.

Cuando llegue al camping me encontré con Ángel. Había ido con Manolo a pegar unos lances a spinning, y la verdad es que no les fue nada mal. Mi compi había cogido una lubina de 1,200 grms., otra que rozaba el kilo, y dos pintos de talla media. Manolo por su parte se hizo acreedor de una loba que daba la medida. El lubinero tardo en arrancar este año, pero ya empieza a asestar sus primeros latigazos a nuestras amigas Labrax. Me alegro un montón por el, se lo merece y mucho. Me propuso que la mañana siguiente, si el clima, y sobre todo la lluvia, respetaba, nos levantásemos sobre las 5:30 para ir a dar una vuelta. Yo le desee las mayores de las suertes, pero me negué rotundamente a acompañarlo a esas horas tan intempestivas.

De madrugada me desperté inesperadamente a eso de las siete de la mañana. Mi subconsciente cabrón debía tener parte de culpa en todo ello. Pues nada, ya que me había desvelado, que mejor forma para empezar el día que darse una vuelta caña en mano por el pedrero? Así lo hice. Desayune, enganche el paseante a la grapa y puse rumbo a la playa. Probé en la zona que la semana del puente me agracio con alguna pieza decente. Nada. No había señales de vida en el agua. Como no estaba por la labor de pegarme la pateada padre hasta la zona que solemos frecuentar para la practica de nuestro amado deporte, decidí acercarme a una playa cercana que en alguna ocasión, y siempre con marea alta, nos había dado algunas alegrías. Como la altura del mar se encontraba dentro de los parámetros requeridos, era una buena opción.



Cuando llegue al lugar, las condiciones no me parecían las mas apropiadas, eso si, el cielo plomizo, ideal para estos menesteres, encapotaba el firmamento. Un mar plano y transparente no auguraba que hubiese acción. Que equivocado estaba. Mi primer temor eran las dichosas algas, muy persistentes y comunes en esta zona. Tras los primeros lances me alivio al comprobar la ausencia de estos fastidiosos lechuguines flotantes. Me pongo en vereda y compruebo que hay atisbo de vida en el mar. Tras varias persecuciones y ataques fallidos logro poner a la primera loba, bueno, lobita, en secano. La emoción y alegría me inunda. Le doy el pertinente abrazo de complicidad y la pongo a nadar de nuevo. Sigo con los lances y continuo teniendo diversión. Varias lubinetas son encandiladas por el atractivo seductor de mi paseante, y tras aprendida la lección, devueltas a su medio natural. En cuanto dejaban de picar en una zona, me desplazaba unos 50 metros, y volvían a la carga. Una pasada. Gracias al estado liso de la superficie, las persecuciones y ataques se contemplaban con total nitidez, haciendo que un servidor estuviese en éxtasis constante.Que gozada, como adoro pescar con el paseante cuando las lobas están de quiero. A eso de las 9, la actividad ceso a la par que el mar salia huyendo. Me acerque a un paisano que estaba pescando a fondo por la zona y charlamos un rato mientras quemábamos un electrodo o dos. Coloquio agradable con otro enfermo por el mar y la pesca. Me comento que apenas tuvo picadas y no fue capaz de hacerse acreedor de ningún ejemplar. Sin embargo yo pase dos horas estupendas consiguiendo nueve ejemplares, de los cuales, solamente dos reglamentarios se vinieron conmigo para el deleite de mi parienta. Disfrute de bastantes persecuciones, ataques fallidos y alguna que se engancho, pero quedo por el camino.

Cuando regrese me tope con Ángel. Como me comentara la noche anterior, había madrugado para ir de pesca. Se desplazo a la zona habitual, pero dado que no tenia buenas sensaciones, en apenas una hora decidió dar por finalizada la salida. Le expuse mi jornada y lamento que no le hubiese avisado. Sinceramente no sabia ni siquiera que estaba despierto. Una pena, momentos así en compañía, son mucho mejores, y mas con el, que vive tan apasionadamente este noble deporte.



Para mi hoy ha sido un gran alivio. Llevaba dos semanas haciendo spinning urbano sin noticias de las lobas. Me estaba empezando a ofuscar, a perder las ganas, a agobiarme, pero esta mini jornada me sirvió para recargar energías y volver a tener ilusión por esta modalidad. Como punto negativo, el surfcasting. Aun así conservo las expectativas intactas. Volveré a los montajes tradicionales de los bajos, tentare fortuna mas ocasiones, y esperemos, que la marea sea mas favorable las jornadas venideras.



Un Saludo y Buena Pesca! <º))))><

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