domingo, 19 de julio de 2015

Tarde Épica con el Capitán

Tarde Épica, tarde de récord, con el Capitán de protagonista, como no podía ser de otra forma.


Hoy hacía un día feucho de verano. De esos que se encapotaba por momentos, al rato descargaba algo de lluvia, seguidamente venía un vientecillo frío del sur, luego asomaba tímidamente el sol. Un dia de esos de quedarse a jugar a las cartas con los amigos o dormir una plácida siesta sin apremio por levantarse.

Yo estaba lánguidamente en mi tumbona, escuchando música y dejándome teletransportar etéreamente. Al fondo veo venir al Capitán, manos a la espalda, dirigiéndose a mi posición. Rápidamente me larga: "Que! parece que está la tarde pocha. Te apetece ir a dar una vuelta hasta la playa?". Viendo el percal, y teniendo algo de miñoca sobrante de la noche anterior en la nevera, no dude en responderle afirmativamente y acompañarlo.

Cogimos los bártulos y pusimos rumbo a la playa. A medida que avanzabamos, discernía que no iba a ser una velada muy fructífera. El mar estaba como un plato, solamente roto en ocasiones por alguna ligera brisa que azotaba la superficie, y para más inri, transparente como una vidriera. Por mi experiencia personal, estos son los elementos ideales para hacerse un bonito bolo.


Aun así, no teníamos nada mejor que hacer, y dar un paseo por la orilla, y pegar unos lances no era mala opción.  Llegamos al spot elegido, montamos el tenderete y a esperar. 



La actividad era prácticamente nula. En alguna ocasión algún sarguito pequeño tentaba el suculento manjar miñoquero, pero sin éxito. Las horas se fueron consumiendo, al igual que los cigarrillos que ayudaban a colmar nuestra ansia.

La marea, que tan esplendorosa y llena lucía cuando llegamos, se empezaba a deshinchar como un globo de feria. El sol comenzaba el camino hacia su cama en el horizonte, y como nosotros no veníamos ataviados con enseres necesarios para la pesca nocturna, se mascaba la hora de la retirada.

Se lo comento al Capitán, y el me da su visto bueno. Comienzo el ritual de recogida. Guardo una caña y guardo la otra, mientras el Capitán solo había dado cuenta de una de las suyas. Le ayudo a recoger la primera para que vaya a recoger la segunda. Mientras estoy guardando la caña en el portacañas escucho al fondo "Ostias! Ostias! esto tira! esto tira!". Alzo la vista y veo al Capitán peleando con su vara, con el puntero doblado exageradamente.

La primera impresión que me da es: una de dos, o ha enganchado, o trae un bonito matojo de algas. Pero pasados unos segundos, observo como lo que hay al otro la del hilo tira.. y de que manera. La caña bombea de manera exagerada, el Capitán se mantiene firme, sin perder los nervios. Hace acopio de su experiencia y sabiduría entablando una feroz lucha con su contendiente. En principio pensé que seria una raya/uxa, pero una vez visto los arranques y acometidas que propinaba el animal, lo descarte.

Me apresuro a su ubicación para auxiliarle en lo que fuese necesario. En una de estas, vemos una aleta asomar en tumultuoso torbellino que provocaba el espécimen. Ahí nos quedó claro, era un pez. El Capitán prosigue su lucha sin tregua. Cuando ya tiene a su contrincante cerca de la orilla, procede a arrastrar hacia atrás todo el equipo para acabar varando su trofeo en la arena. Cuando lo vemos, no damos crédito:


Una hermosa loba de 2 kilos 100 gramos había consagrado el mito del Capitán. Así de orgulloso posaba con la lubina que tan honorable batalla le había agraciado. Su sonrisa y languidez dejaba entrever que había acrecentado su mito. Era consciente de que se había superado y que, el listón de sacar una pieza que superarse la suya, era cada vez más difícil en estas aguas. 

De regreso la felicidad reinaba. También la incredulidad. Sinceramente yo no daba un duro por sacar nada decente hoy, y en el último lance, en la última recogida, la pesca nos dejó una grata sorpresa y un recuerdo imborrable. 



Un Saludo y Buena Pesca!

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