lunes, 1 de octubre de 2018

Lubinas desde embarcación

Hace tiempo que quería tentar a las lobas desde el cascaron. Pude disfrutar de un ratito memorable.


Desde que me adjudique "la perla" a principios de año, y después de darle unos cuantos paseos por la ria, me decepciono bastante la experiencia. No se si es por que el mar por esta zona esta podrido, o por que la autonomía de mi juguete es mas bien escasa limitándome bastante el radio de acción, o simplemente, por que soy un imberbe marinero, carente de horas de mar, que solamente da palos de ciego... la vivencia ha sido casi traumática.

Bastantes fueron las jornadas en las que me he marcado sendos bolos. Por insistencia y actitud que no fuese. Horas y horas dando vueltas entre las bateas, arenales y roquedos cercanos, probando todo tipo de artes y cebos disponibles, y siempre con el mismo resultado. Lo único "decente" fue la búsqueda de chocos, un tipo de pesca en la que me defiendo, pero con unas cifras irrisorias para lo esperado. Dado el éxito alcanzado, decidí dejar de lado este tipo de pesca, y aparcar el navío indefinidamente en el puerto.



Pero el verano se termino y volvemos a la rutina. Demasiado tiempo libre, el ansia por pescar y unas mañanas agradables, han sido el detonante para que quisiera volver a surcar estos bravos mares y volver a probar fortuna. De todo lo testado, me faltaba el spinning embarcado. Durante estas semanas he ido recopilando información de los autóctonos para tratar de averiguar que lugares son los mas propicios para encontrar a las escurridizas labrax. Escuchando a unos y a otros, más o menos me he ido haciendo a la idea.



La semana pasada decidí poner en practica lo aprendido y  lanzarme al mar. El agua cristalina, un norte desagradable, y millones de latiguillos y alguitas merodeando en la superficie, hicieron la experiencia caótica. Me recorrí todo el litoral que la autonomía de la batería me permitía. Note en ocasiones como era blanco de muchas miradas, ya que al estar cerca de costa, pegado a un paseo atestado de gente con sus críos y sus perros, un tío alto como yo, de pie, en un mini cascaron flotante, debía resultar cómico. Pero yo andaba a lo mio. Más de dos horas lanzando sin noticia al final del sedal. Las dudas me asolaban. Estaría usando la técnica adecuada? estaría moviendo el señuelo con efectividad? estaría yendo a la velocidad correcta?.. la verdad que mi mente estaba asolada por un batiburrillo de indecisiones.



Finalmente cuando la hora se me echaba encima, puse rumbo a mi lugar de atraque. Por el camino aproveche y seguí realizando lances. En uno de estos, tilin tilin, una picadita. Nada del otro mundo, pero me hacia ilusión por ser la primera. Tres o cuatro tirones y se acabo quedando por el camino. Continué mi marcha, y en otro de los lances, Zas! otra picada. Esta vez era bastante mas decente. La voy trayendo y peleando con ella, pero justo cuando la tengo a los pies de la embarcación, va, y se suelta. Al menos le pude ver la cara, era una lubina medianita. Que le vamos a hacer, pero lo mas divertido me lo había dado, una lucha muy decente. Según me aproximo a mi meta, y el sol desaparece del firmamento, realizo las ultimas tentativas pegado a un pantalán. Locura inmediata. Varias picadas y dos lubinetas que logro subir a bordo. No dan la talla y son devueltas al mar con la satisfacción de haber conseguido mi objetivo. Un marinero que se acerca a atracar su barco a susodicho pantalán, me comenta que alguna hay, pero que son muy pequeñas. Es casi de noche, aparco el artilugio y me despido con un sabor agridulce. Una vez en tierra, algún veterano se arrimo para curiosear. Miradas de escepticismo e incredulidad se dibujaban en sus caras cuando les comentaba que estaba tentando a las lubinas con vinilos. A esta gente les quitas del camarón vivo o la miñoca y parece que les hablas en chino. No lo niego, seguramente su sistema sea mas efectivo, pero para un servidor, la gracia esta en engañarlas con un señuelo.

Hoy, después de la jornada vivida la semana anterior, tenia intención de volver a intentarlo. La experiencia me había gustado y tenia la esperanza de que pudiese mejorar los resultados. En esta ocasión iba a probar fortuna al amanecer. Hasta las nueve no podía echarme al mar, por el horario escolar de mi hijo, pero mejor eso, que nada. El aspecto del agua me gustaba. Turbia, revuelta, juguetona. El viento seguía bastante presente. Pues nada, armado el navío, me puse en faena. Primeramente me acerque a la zona que el otro día me había dado las dos capturas. Nada. Ni señales de vida. Tras diez minutos de tentativas infructuosas, puse rumbo a otra zona que me habían aconsejado los expertos lobos de mar de la comarca. Ya en el primer lance, sendos toques en el vinilo. Me vengo arriba y pongo toda la atención posible en el armamento que llevo entre mis manos. El viento reinante se afana en desviar mi posición y lucho a golpe de motor para poner la embarcación en el sitio deseado. Segundo lance y premio. Pelea honorable y la loba en cubierta. Sigo con el carrusel de lances y en todos ellos denoto actividad. En uno de ellos, justo en la caída, zambombazo. Otra preciosa lubina me agracia con un momento espectacular. Continuo rastreando el lugar, los toques al vinilo y las persecuciones son palpables. Tras varios minutos, otra labrax sube a bordo. Me lo estoy pasando pipa, disfrutando a tope. Después de peinar la zona varias veces, y comprobar que la vorágine pescantil va en decadencia, me traslado a otra posición cercana.


La actividad continua. Varios toques me alertan de la posibilidad del triunfo. En una de las tentativas, Zas! picada y lucha. En esta ocasión me quedo atónito al comprobar que cuando voy acercando la lubina al barco, tres o cuatro más vienen en corralillo detrás de ella. Desanzuelado y a seguir probando suerte. Algún toque mas, pero nada que llegue a tensar el sedal. La acción se frena y vuelvo a cambiar de caladero. Voy tanteando, y en alguna ocasión, unas cuantas mini tallas vienen en procesión tras la gomita, pero ya con esa actitud recelosa digna de este pez tan desconfiado. Lorenzo se deja ver y sus rayos comienzan a perforar las aguas. Se que ha llegado el momento de retirarse.


Fue una hora memorable, divertidísima, en la que he disfrutado como un enano. Ha sido la primera vez que me he alegrado de comprarme la chalana y realmente sacarle provecho. Finalmente cuatro lobas que daban la medida se vinieron conmigo de vuelta a casa. Como apunte, decir que al día siguiente, con el hype por las nubes, volví a probar suerte. En esta ocasión la mar estaba tirada y cristalina, había cambiado el cuento. Como resultado, otro bolo. Que le vamos a hacer. Se ve que para dar con ellas, y engañarlas, hay que ir en condiciones muy concretas. Al menos me queda el alivio de saber que poder se puede, solamente hay que saber cuando hay que botarse al mar para tentarlas. Personalmente es un arte que me llena, me gusta el spinning, navegar costeando y salir en busca de lubinas, lo tiene todo. Me queda la ilusión que me ha infundido esta experiencia. Anhelo encontrar otra mañana idónea para lanzarme a por ellas.



Un Saludo y Buena Pesca! <º))))><

1 comentario:

  1. una gran captura y sobre todo una gran vivencia, quien la sigue la consigue y tu lo has logrado.
    A por mas capturas como esas.
    mucha suerte capitán.

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