miércoles, 13 de agosto de 2014

Relax in the night

Hoy fue un día de esos de relajación pesquera

Las condiciones climáticas eran estupendas. Un cielo claro, nítido, cristalino. Una leve brisa caliente del norte que abrazaba desinteresadamente. Lo único que teníamos en contra era el estado de la marea que no era para nada propicia, pero que mas daba, la noche invitaba de todos modos a enfundarnos nuestros cacharros y tentar a la suerte.

Le habíamos echado el ojo a un puesto que nos daba buenas vibraciones a ambos. Así que decidimos probar. Llegamos y nos topamos con la desilusión de la falta del liquido elemento. Esta claro, en esto de la pesca, si no hay mar, no hay peces. Aun así, Ángel quiso probar de todos modos en la poca superficie acuosa que quedaba. Yo por el contrario ni me moleste en desenfundar mis armas, me dedique a cotejar lo que pensaba observando a mi compañero de lo que era obvio, y a disfrutar segundo a segundo de una hermosa e hipnótica puesta de sol. 

Ya se que salí a pescar, pero momentos así son parte de este deporte, y precisamente son momentos que lo hacen tan maravilloso. Al poco rato, después de un par de enganches librados por los pelos, Ángel se convenció, aquí no se puede hacer nada. Acababa de hacerse de noche, teníamos todos los trastos a cuestas, y no nos apetecía volver tan pronto. Decidimos ir a otra posta donde el calado es mayor. Recorrimos durante un rato los bellos arenales hasta llegar a nuestro destino.

Aquí si había agua. Montamos nuestros puestos de combate y procedimos a esperar las señales de vida de los amigos espáridos. Nada. Nada de nada. En una hora, solo en una de las cañas de Ángel, parecía que alguno quiso arrimarse para frotarse la barriga y poco mas. El agua cada vez mas abajo, y nuestras esperanzas de pesca, también. 

Durante esa hora de inactividad, tuve la ocasión de observar el cielo con calma y sosiego. Debido a la ausencia de luna, y la poca contaminación lumínica del lugar, la oportunidad era excelente. Un cielo nítido, cristalino, con miles de puntitos enigmáticos que representan algo, de tal magnitud, que nuestra mente no esta preparada ni siquiera para concebir. Observar lentamente, pausadamente, detenidamente la Vía Láctea, intentar ubicar el ínfimo lugar que ocupamos en todo esto, no tiene precio. Disfrutar de una noche aquí, un cielo increíble ha sido una verdadero privilegio. 

Finalmente recogimos todo y volvimos. No cogimos nada, ni siquiera tuvimos actividad, pero la verdad, es que esta salida bien mereció la pena. 


Un Saludo y Buena Pesca!

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