martes, 19 de agosto de 2014

Simplemente.. Una noche INCREÍBLE

Esta noche la recordare el resto de mi vida, no se si vendrán mas así, pero si llegan, supongo que la primera nunca se olvida

Después de una noche propicia como la de ayer, como buen pescador, lo normal es que uno se venga arriba y tiente a la suerte al día siguiente. Lo mas común, es que en la siguiente velada, y dadas las altas expectativas, uno se lleve un buen chasco. Esta vez por fortuna, no fue el caso.

Estando por la tarde en la playa, disfrutando del sol, el mar, la compañía de nuestras familias y amigos, Ángel y yo comentamos llenos de regocijo los resultados de nuestra anterior salida. Con la moral desbordada y el incansable virus de la pesca seduciéndonos constantemente, decidimos tentar a la fortuna de nuevo hoy.

Realizamos el ritual previo: revisión y puesta a punto del equipo, recolección de cebo (en esta ocasión tuve la suerte de llevarlo mejor), aseo y cena. Fijamos hora. En esta ocasión Ángel no tuvo tiempo de cenar, así que opto por llevarse un bocadillo y dar buena cuenta de él en el lugar de pesca.

Llegamos a nuestro destino y nos dispusimos a desplegar nuestro arsenal pesquero. Yo, como es habitual, primero preparo una caña, la lanzo, y preparo luego la otra. Pues bien, fue lanzar la primera caña, girarme para ir a preparar la segunda, y el puntero de la primera ya estaba doblándose endemoniadamente. Procedí a la clavada y recogida pertinente. En el extremo del sedal un sargo de buen porte. Contento por que la jornada había empezado de la mejor manera posible, me dispuse a cebar la caña y volver a lanzarla. Mientras estaba cebando la segunda caña, la primera otra vez dando señales inequívocas de que tenia otro espárido clavado en el final. Lance la segunda y procedí a recoger la primera.

Ángel preparó y lanzó las dos cañas a la vez. A los segundos de tocar agua, tuvo sendas picadas en ambas. La guerra había comenzado. Yo no daba a basto en recoger, desembuchar y volver a cebar las cañas. Se me acumulaba el trabajo. Ángel otro tanto de lo mismo. Entre mientras tuve tres enganchadas, con su correspondiente perdida de tiempo en preparar los bajos otra vez, pero bendita maldición, mientras estaba enfrascado montando una nueva línea, observaba incrédulo como el puntero de la caña que estaba en el agua, no me daba cuartel.

Fue una hora frenética. Llego un momento, que tenia las dos cañas con picadas, y me dije para mi mismo: "necesito un kit-kat, paro dos minutos, me fumo un cigarro tranquilo y sigo". Mientras fumaba y me tomaba un respiro, mis dos punteros seguían ahí, dale que dale. Ángel que se había traído la cena tuvo que hacer lo mismo. Tuvo que parar aun teniendo picadas para poder cenar. Fue la primera vez en mi vida que acabe cansado de quitar peces, que por otra parte, fue una sensación increíble.

Finalmente, y aun habiendo actividad, pero estando escasos de cebo (normal, visto lo visto), decidimos dar por concluida la jornada. Agotados pero satisfechos, con los cubos a reventar, volvimos a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Como dato, yo capture 13 sargos y Ángel 32 y 2 lubinas. Una noche INCREÍBLE que no olvidare nunca.


Un Saludo y Buena Pesca!

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