domingo, 15 de marzo de 2015

Por aire, tierra y mar

No tenía muy buena pinta hoy el cielo, pero aun así, picado por el gusanillo de la pesca, decidí bajar a observar el percal. Lo sucedido ni me lo podría haber imaginado.

Me pase toda la tarde examinando con inquietud el cielo y el estado del viento. Los pronósticos no vaticinaban buenas condiciones. La marea era buena, de esas que le gusta a un servidor, subiendo a última hora del ocaso para aprovechar ese par de horas de locura pesquera que se suelen suceder en esa franja. Lo malo era el viento. Fuerte en líneas generales y aun encima con rachas muy potentes que parecían querer arrancar los árboles de sus raíces. No obstante, parecía que la ventolera amainaba por momentos, pero era solamente un breve espejismo en el desolado desierto de mi ilusión.

Aun así decidí darme una vuelta por el muelle para matar el ansia y darme de bruces con la cruda realidad. Cuando arribe me quede sorprendido. A medida que me aproximaba al lugar de pesca vislumbre un par de siluetas al fondo. Eran dos intrépidos pescadores que habían decidido retar a las fuerzas de la naturaleza, y caña en ristre, luchar ferozmente contra las rachas endemoniadas enviadas por el mismísimo Dios Eolo para lograr su objetivo... capturar a alguno de nuestros amigos cefalópodos.

Sinceramente la pesca era completamente inviable. Lanzaban de frente, y antes de que los señuelos acariciasen el agua, se habían desplazado como 30 metros a su izquierda. La sensibilidad en sus punteros era nula, ya que estaban en una lambada continua danzando al son del viento. Me acerque a saludar y comentar la situación. Uno de ellos se lo tomaba con humor e ironía, y proclamaba que pensaba prolongar la pesca cuatro o cinco horas más.

De regreso al coche observe una zona en la que probé suerte un par de veces el año pasado, y que si bien apenas me había dado capturas, al menos hoy parecía que podría ser la localización más propicia para tener el control de la caña. Ya que estaba a pie de muelle, decidí sacar el material de trabajo y hacer unos cuantos lances.


Me posicione y comencé a calibrar los lanzamientos. La sensación era mala, pero no tan extrema como en la que se encontraban los otros dos valientes de la punta. Me sentía un poco desorientado, ya que por culpa de lo agitado del mar, y que de frente tenía el reflejo de un foco en la superficie del agua, en la recogida, apenas podía ver y percibir la situación de mi señuelo... básicamente estaba pescando a ciegas. Aun así me anime a seguir probando suerte durante unos minutos.

Finalmente abrí los ojos y me di cuenta que no era día para mojar sedal. Como de costumbre antes de recoger procedí a realizar mi ritual de "un pitillo y me voy". A mitad de cigarro, lanzo como suelo hacer normalmente. Cuando me dispongo a cerrar el puente de mi carrete, de repente me quedo perplejo, el hilo comienza a salir a una velocidad vertiginosa, yo no doy crédito.. "Pero.. pero... que coño esta pasando???", levanto la vista y observo como mi luminoso atraviesa por el aire a media altura una distancia de unos 30 metros en menos de dos segundos. Parecía una estrella fugaz a ras de mar. Se eleva por encima de una embarcación y acto seguido oigo un fuerte graznido. Entre la perplejidad y la angustia del momento, mi cerebro se empieza a desperezar del colapso inicial y comienza a atar cabos y a reaccionar. Instintivamente le doy un brusco tirón a mi caña y resuena otra vez el graznido. En ese momento contemplo como mi luminoso desciende rápidamente de su estado de levitación sobrenatural y se posa bruscamente en la superficie del mar.

Pasados unos segundos me di cuenta de lo acontecido. Una de dos: o en el lanzamiento le había atinado a una gaviota y mi señuelo la hizo presa, u otra posibilidad es que, esta misma viese el señuelo, lo confundiese con un pez y quisiera llevárselo por aire a un lugar más tranquilo para llenar su bandullo. Increíble, la verdad. No salía de mi asombro.

Una vez recuperado del susto inicial, se presentaba un escenario delicado. Tenía como unos 50 metros de sedal danzando descontroladamente al ritmo impredecible del fuerte viento, una embarcación entre medias, y las condiciones lumínicas eran ciertamente escasas. Cogí aire, y me dispuse a recoger con mimo y cuidado. Cuando comencé a sentir ya un poco de tensión entre mi caña y el sedal me alivie un poco. Notaba que empezaba a hacerme dueño de la situación. Craso error. En los últimos metros para mi desesperación, me fije que entre mi señuelo y mi caña se interponía el cabo de la embarcación.

Aproximo lo más cuidadosamente que puedo la potera al cabo, para tratar de darle una fuerte sacudida para librar el cordamen. De lo que no me había dado cuenta, es que la línea ya estaba enredada en susodicha cuerda. Peleo, y peleo, pero cuanto mas tenso, mas se enreda. Me tiro así cinco minutos, sin avanzar ni retroceder. Entonces intento buscar otra solución. Voy a donde está el cabo anclado a tierra e intento darle vueltas desde allí como si de una comba se tratase. Mis intentos son totalmente estériles, y como premio, me llevo una buena mazadura en uno de mis dedos contra la piedra causándome un buen tajazo. La sangre comienza a chorrear por mi mano y lo peor de todo es que no encuentro solución alguna a este despropósito.

Cojo un pañuelo y me hago un apaño al estilo del último superviviente para que la herida deje de emanar líquido globuminico. La embarcación se encuentra a escasos 5 metros de la orilla pero a mi me parecen kilómetros. Como ultimo recurso intento arrimar la chalana a base de tirar de la cuerda. Nada, no se aproxima ni medio metro. En ese momento me vinieron las palabras del Patrón a mi cabeza "Pra acercar unha barca anclada cun morto a orilla, teñen que haber duas cordas pra facer o xojo..." pues nada.. yo solo veía un cabo y no encontraba ni pies ni cabeza a la situación. Por cierto, todo esto dentro del contexto de estar asediado por el fuerte oleaje y un poderoso viento.

Finalmente claudico. Opto por forzar y romper todo. Allí quedo mi luminoso en la proa del barcucho cuan farolillo verbeneo. Me fui del lugar con una experiencia nueva, una lección aprendida, una potera y luminoso menos.. Ah! y un dedo magullado, casi tanto como mi ego.  He aprendido que el peligro esta en el mar (algas, rocas y trasmallos), tierra (cabos y viejunos territoriales) y ahora en el aire (gaviotas glotoneras)

Un Saludo y Buena Pesca!

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